martes, 4 de agosto de 2009

LA RUBIA SUICIDA

Perforé sus ojos con insistente persuación, ella solo miraba atonita de frente hacia mi, estaba parada sobre una silla son una soga al cuello que pendía de una viga en la habitación (habitual escena suicida), por su mente pasaba la idea de dejarse caer, pero por la mia rondaba la idea de quererla salvar de ese fatal final, sus enormes ojos verdes no podían cerrarse de pronto, su cristalina mirada perdería su color esmeralda, traté de acercarme a ella, lo hice con la mansedumbre de un niño que intenta pedir algo y el miedo lo agolpa, es cierto, me consumia un miedo voraz, pensaba que de pronto todo se desboradaría y ella terinaría dejándose caer, fue un momento tenso y silencioso que abrubtamente sería violentado por un grito que ella lanzó:
- ¡No sigas!
Así detuvo mi avance, consiguiendolo inmediatamente, pues se mostró amenzante y decidida a terminar con su vida, en ese momento me vi encarnado en una suerte de figura épica, mientras ella se erigía amenazante y decidida un ventarrón agitaba sus cabellos dorados golpeando las ventanas agitando lo que encontraba a su paso, mientras tanto yo me encontraba debajo de ella contemplado esa escena viendo flamear la libertad de la rubia suicida inspirada en sus cabellos, ella se veia gloriosa, volvió su mirada hacia mi, vi como su rostro expresó una tristeza honda y fria, parecia la muerte venir en una suerte de vuelo kamikaze, un amasijo de ideas asaltaron mi mente, todas recreando a la muerte venir, fue una sensación que a mi cuerpo sometió en una canícula que inundó hasta lo mas profundo que hay en el ser, pero fue una redención y un estallido de alegría al ver su mano extenderse hacía mi con actitud piadosa y arrepentida, de ella sentí se desprendió una mirada pacificadora, me acerqué la abracé y desaté la soga, así de sencillo quería que todo pase muy rápido, sutilmente ella acercó sus labios hacia mis oidos, susurró
- Me usaste y lo sé.
Era cierto, días antes batallamos en una escaramuza e intercambio de secreciones, fue sin saber que para ella sería crucial aquel momento y no solo un encuentro placentero, pues para mí no significaba mas que la terminar por saciar un hambre voraz de pasarla bien.
La bajé de donde ella se encontraba, hubo la mas alegre satisfacción que en toda mi vida había experimentado y fue en ese pequeño instante de paz que ella con violencia y sin rastro de la sumisión que antes habia mostrado me empujó hacia la pared, y de ella se desprendio.
- Ahora yo te usaré pero no estaré cerca.
Sorpresivamente empezó a correr hacia una de las ventanas, recuerdo era un quinto piso sentado en el suelo de la habitación estupefacto vi como ella se lanzó, su cuerpo yacía muy abajo de donde yo estaba, un grotesco baño de sangre circundaba su cuerpo.
Tenía razón, su recuerdo me atormenta, me utiliza pues lo que con ella hice no lo puedo hacer con nadia, es lo que quería, me esta usando y no está cerca, la rubia suicida donde esta debe estar gozando sintiendose una titiritera.

2 comentarios:

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  2. En la trastienda de George B. halle El Erotismo, criatura expiatoria silente, cual cadáver que habla verdades a los seres falsos que transitan llenos de vida.
    Leeré la rubia suicida que desde ya se percibe exquisita.

    Mario Natalio

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